Ciudades sabias

¿Qué fue primero, la ciudad o los ciudadanos? Smart cities significa “ciudades inteligentes”, y la idea es facilitarnos la vida y, a la vez, que podamos aprovechar más y mejor los recursos de que disponemos de manera mucho más sostenible. Pero, ¿hasta qué punto puedo hablar de inteligencia para la ciudad? A menudo nos llenamos la boca con esta terminología inglesa –u otras al estilo– quizás sólo porque es más cool, dicen…: que no queremos quedarnos tecnológicamente atrasados. Y ya.

Una de las cuestiones que salieron en la mesa redonda que tuve el honor de dirigir hace pocos días, organizada desde +1, para preparar el tema de portada del próximo número en papel de la revista, fue la importancia de humanizar la ciudad. La cuestión era profundizar en qué significa smart city desde diferentes perspectivas que ofrecen la ciudad y el ciudadano.

Así, desde el punto de vista del turismo, vino María Abellanet, consejera delegada del Grupo CETT; desde la vertiente humanística, el abogado y urbanista Albert Cortina, autor del libro ¿Humanos o posthumanos? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano; desde el mundo de la educación, la Coral Regí, directora de la Escuela Virolai de Barcelona; Montserrat Rivero dio la visión de Medio Ambiente y Servicios Urbanos del Ayuntamiento de Barcelona; desde la perspectiva de la arquitectura, el arquitecto y profesor de la UIC Barcelona, ​​Joan Trias de Bes y, finalmente, en Carlos Cosials, CEO y cofundador de Fantastiq Transmedia Solutions y también profesor de nuestra universidad, por la parte más tecnológica.

Hoy leía una noticia que me ha hecho pensar en la mesa redonda y en todo lo que tratamos. Una de las conclusiones que a los siete nos pareció más evidente fue que, efectivamente, la tecnología nos puede facilitar la vida, pero que no lo hará si no partimos de la educación. Hablamos de la “gobernanza” que debe haber para que el modelo de ciudad –smart o no– sea eficaz y eficiente; pero debe ser una gobernanza proactiva, corresponsable y cocreativa. No basta con favorecer convenios o pactos –de padres a hijos, o de ciudades en ciudadanos–, sino que exista una fuerte base de formación humanística sobre la que se apoye toda esta nueva tecnología.

Puede que lleguemos a esta supuesta singularidad tecnológica, que está tan de moda y donde la tecnología y la inteligencia artificial estarán por encima de cualquier otra inteligencia humana. Puede ser. Pero para ello, hoy es más necesario que nunca, que las humanidades sean el fundamento real de todo conocimiento universitario, lo único que nos diferenciará de cualquier tipo de máquina.

¿En qué sentido podemos hablar de smart city? Cuando la ciudad tenga realmente presente toda esta complejidad humana. Que humano, significa diverso. ¿Inteligente? Más: sabia. La smart city lo es, cuando es sabia.

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