Oriol Jara: “Cuando lees la Biblia, flipas, porque te dice cosas para el hoy, ahora”

Dice Oriol Jara que san Pablo, hoy, conocería Iron Man y Spiderman: “Del mismo modo que, en el areópago de Atenas conocía la poesía y la cultura del momento, por supuesto”. Con los pies en el suelo y la mirada en el Cielo. “‘No tienes que ser como el mundo’, les dice Pablo; y les habla de las cosas de la tierra para llevarlos más arriba. ‘No os amoldéis al mundo, pero aprovechad el mundo para subir a Él’. Esta idea es fundamental en el Apóstol”.

Oriol Jara, como el de Tarso, también cayó de su caballo particular. Guionista, productor y director de radio y televisión desde hace más de veinte años, ha trabajado para Buenafuente –le ha dirigido, también–, escrito en programas de humor político, como “Polònia”; humor deportivo, como “Crackòvia”… o más profundos, como “This is philosphy”, en La 2. De familia no creyente –“tenía un abuelo científico ateo”–, pero inquieto como Agustín de Hipona, en su adolescencia pensó que, si realmente había un Dios, no podía quedarse de brazos cruzados: “¿Y si existe y estoy haciendo el ‘primo’ y lo estoy ignorando o rechazando voluntariamente?”. Y buscó. Buscó durante años. E, intelectualmente, buceó por el budismo, el hinduismo, el judaísmo…

Dice Oriol Jara que Dios es Aslan. El león de las Crónicas de Narnia: terrible, como animal feroz que es, pero misericordioso.

Hoy, autor de dos libros sobre Dios, sigue trabajando en el mundo audiovisual, y Wikipedia lo define como un “activista cristiano”: va a donde se lo piden y puede, para hablar de su experiencia de conversión y de que “la Biblia es la verdad”. “Mi misión –dice– es ayudar a los cristianos a leerla y entenderla. Porque la Biblia ¡es fascinante!”.

Pero eso fue cuando lo de Aslan, el león de C.S. Lewis… El Oriol Jara de antes era distinto…

Estuvimos charlando largamente en la sede de Atomic Beat, la productora donde él trabaja. Hablamos, sí, de Las Crónicas de Narnia. Y de cómo encontró ese mojón en el camino. Y… de Darth Vader, que no me quitó el ojo de encima durante toda la entrevista.

¿Cuál fue la gota que colmó el vaso hacia tu conversión?

Cuando me di cuenta de que Dios era terrible.

Tendrás que explicarte un poco más…

Entendí que Dios, siendo terrible, y a pesar de asustar a Ezequiel, a Isaías, a Juan, a Daniel… a pesar de ser algo tan brutalmente inalcanzable, está pendiente de mí para rescatarme. Honestamente, no merezco nada de lo que tengo: sé quién soy, sé qué he hecho en mi vida…; a pesar de todo, Él me ama y tiene un plan para mí. Esto fue la gota que colmó el vaso: recuerdo perfectamente esa sensación de no merecer nada y, a pesar de todo, sentirme amado.

¿Y el león…?

C.S. Lewis no elige que Aslan sea un león porque sí, sin más. Dios es amor, lo dice san Juan; pero también, como Dios que es, tiene que ser totalmente justo. Entonces, ¿cómo compaginar amor y justicia? ¿Condenará a alguien que ama? Ahí es donde entra Jesús, el Verbo encarnado, quien asume todas nuestras culpas, para que la justicia divina recaiga sobre Él: es un Dios que nos ama tanto, que ha pagado lo que realmente merecemos por la vida que llevamos, con su propio Hijo. El león es peligroso, te digo; pero Aslan es bueno. Dios es santo, es justo, es terrible…, pero te ama. Y podría destruirlo todo, simplemente dejando de crear un día…

Fácilmente sacas a colación el cine y la literatura para hablar de cosas tan elevadas

¡Sí, claro! Los cristianos tenemos que conocer la cultura del momento y consumirla, sin perder nuestra mirada cristiana. En El Señor de los Anillos, por ejemplo, hay mucha temática bíblica. O en la serie The Mandalorian, hay redención, apostasía, un bautizo… ¿Qué es esa frase que dice tanto el protagonista, “this is the way”, sino una cita de Isaías? Mira, una de las descripciones que más me gustan del mundo infernal está en Stranger Things: el mundo del revés. La idea del infierno como el anti-Edén, donde las cosas están como no tendrían que estar, ¿no? ¡Incluso La guerra de las galaxias es una historia de redención!

«La Biblia es un libro fascinante que te da claves para cambiar tu vida y ser mejor persona»

¿Hablan de Dios, aunque, quizá, no sea su intención?

Sí, porque Dios –la historia divina de salvación– es el gran relato. Jesús es el gran relato para la humanidad. Es el relato de todos los relatos y el mito de todos los mitos. Tolkien decía que el Evangelio era el mito “de verdad”, es decir, un mito, pero real. Esta frase llevó a que su amigo Lewis se convirtiera. Estamos ante la historia por antonomasia: Jesús que ha venido a hacer lo que todos queríamos –lo necesitábamos– y no alcanzábamos con nuestras propias fuerzas: la redención.

¿En qué ha cambiado el Oriol de antes y el de ahora?

Entre el último año de instituto y comienzo de la universidad empecé a preguntarme por la existencia de Dios, porque me daba cuenta de que no era una cuestión banal. “Si Dios existe –me decía a mí mismo–, tengo que saber cómo me implica: qué quiere de mí, qué tengo que hacer en el mundo…”. Entonces empecé a pasar no por prácticas religiosas, pero sí a estudiar distintas religiones: conocí el budismo y el hinduismo; me vinculé bastante con una comunidad ortodoxa judía de Barcelona, gracias a la que conocí mucho el Talmud y la Torá… Y resulta que me di cuenta de que teníamos muchas evidencias bíblicas e histórico-científicas de la existencia de Jesús y de su resurrección y de la revelación. Y de que tenemos la capacidad de descubrir a Dios. Entonces, vi claramente, de manera razonable, que aquello era verdad. Y empecé a ir a Misa, aunque sin convertirme, sin haber cambiado el prisma de mi vida.

¿Qué faltaba?

Que Dios me tocara. Esto lo vemos mucho en la Biblia: Dios se reserva un remanente, a través de los que actúa sobre cada persona. ¿Por qué actúa así? No lo sé. Y la Biblia tampoco nos lo explica. Es un misterio, pero es parte de un plan en el que estamos inmersos. Hay un teólogo, ya fallecido, que decía que, si miramos con ojos espirituales, el mundo está en tinieblas, pero marcado por luces de la presencia de Dios que luchan para expandirse y juntarse. Un día, estas luces me tocaron.

Y entonces…

A mí, la fe me llegó cuando Él lo consideró apropiado. Se me reveló como ese Dios que me podría haber aplastado por todo lo que había hecho y, no obstante, lo hizo como amor. A pesar de que le he escupido en la cara con mis acciones, a pesar de toda mi vida, se ha hecho hombre y ha muerto para rescatarme –¡a mí!–, para devolverme a la familia de Dios, que era el objetivo inicial de su plan. Evidentemente, después de esto, mi única reflexión era: “No puedo hacer otra cosa que amar porque yo he sido amado primero, de modo totalmente inmerecido”. Es un cambio total de perspectiva.

«Fui tocado por Dios y ahora me veo en la obligación de mostrar la base sólida, razonable, histórica que tiene el cristianismo»

Así, pues, ¿la clave es darse cuenta de que no merecemos nada?

La clave está en huir de la soberbia y del egoísmo. Mira, una gran diferencia con el hinduismo, por ejemplo, es que el objetivo de ésta es, justamente, la soberbia: el ‘tú no necesitas de nada, ni nadie más que tú’. El cristianismo, en cambio, es plenamente consciente de que la única cosa que no puede imitar el demonio es la humildad. Y la humildad nos lleva a ver que no merecemos nada, que todo lo que tenemos de bueno es un regalo. En cambio, estar constantemente juzgando mi vida según lo que merezco o no, condiciona las relaciones personales de trabajo, familiares, de pareja… Y la sociedad nos dice: “Primero tienes que estar bien tú; regálate, cuídate…”.

Eso no nos hace felices, en realidad, ¿no?

No. Precisamente porque, en lugar de ver nuestra vida como un regalo, pensamos que somos increíbles, que somos Dios y todo gira en torno a nosotros y nos preocupamos por: “¿Cómo es posible que la gente me trate así, con lo guapo que soy, lo maravilloso que soy, lo listo, lo simpático…?”. ¡Pero si no merecemos nada! “Gana dinero, piensa en ti, date placeres, sé rico, liga…”: es lo que se nos está diciendo constantemente. En realidad, lo que la gente quiere es amar y ser amada. Nada más. No se tienen hijos porque dicen que esclaviza; y se tienen gatos y perros, porque necesitamos dar amor. No podemos estar sin entregar cariño, porque es un atributo que Dios nos ha comunicado: lo tenemos dentro. Y, cuando falta, la gente se frustra, y hay suicidios, depresiones… Si mucha gente de esta cuidara a un abuelo –tan solo a uno– les cambiaría la vida.

¿Cuál crees que es la gran diferencia del cristianismo con las demás religiones?

Todas las civilizaciones colocaban los dioses en la cima de montañas, porque son tan grandes que no quieren estar con nosotros. De este modo, el planteamiento es: “Si tú haces lo que se te prescribe y si usas estos mantras constantes, porque a Dios le gusta esta energía que transmites, si te aíslas, si… podrás purificarte hasta el punto de llegar a estar con Él cuando mueras”. Así, el hinduismo te dice que, si no te purificas suficientemente, te reencarnas…, hasta que consigas la meta. En el cristianismo, Dios viene. Es un cambio brutal: baja de la montaña, se hace hombre y vive contigo. Crea a Adán “para que seáis próximo a mí, para que viváis la vida como lo haría yo”. Y Jesús cierra el ciclo y nos rescata, pagando por nosotros: nos rescata para que volvamos a ser familia de Dios. No pasas, por tanto, a ser una especie de energía, sino que sigues siendo hombre, pero un hombre nuevo, en un mundo nuevo, sin “enfermedad”.

«Jesús es el gran relato para la humanidad. Es el relato de todos los relatos y el mito de todos los mitos»

Me sorprende ver todo el interés y conocimiento que tienes de la Biblia

Si vieras la que llevo siempre encima…: subrayada, anotada, apuntada, marcada… Piensa que empecé a leerla y estudiarla antes de mi conversión. Y la realidad es que flipas, cuando la lees, porque te dice cosas para el hoy, ahora. Cosas que te implican. “Es que está anticuada, es que son cosas pasadas…”. ¡No, no! A cada uno, a cada una le habla. Está llena de mil frases, mil ideas que, cuando las lees, te parece imposible que estén escritas hace tres mil años, porque tienen mucha actualidad. Una anécdota: ¿sabes cuál es la expresión que más se repite en la Biblia?

“No tengáis miedo”: trescientas sesenta y cinco veces.

Una por año… si no es bisiesto, claro…

Sí, trescientas sesenta y cinco veces, en sus distintas formas, con las que Dios muestra esa proximidad de la que te hablo.

Pero tú te has dado cuenta porque la estudias a fondo…

Efectivamente. Y por eso me veo con el deber de contarlo a cuanta más gente pueda, mejor… Es verdad que hay alguna parte más densa, como el Levítico, por ejemplo, pero vale mucho la pena, porque, insisto, es un libro fascinante que te da claves para cambiar tu vida y servir mejor a los demás. Yo, cada vez que la leo, amo y creo más en Dios, porque me enamoro más.

Aun así, se lee poco

Sí, pero tenemos que animar a cambiar de perspectiva. ¿No te parece fascinante que el creador del cosmos esté pendiente de ti? Hay demasiados cristianos “abonados”, que son meros espectadores, “cumplidores” de domingo. Y esto no puede ser. Al ser tocado por Él me veo en la obligación –grata obligación– de mostrar a los demás cristianos la base sólida, razonable, histórica y teológica que tiene el cristianismo. Más que cualquier otra religión.

«Se me reveló como ese Dios que me podría haber aplastado por todo lo que había hecho y, no obstante, lo hizo como amor»

¿Cómo llegar a los demás, cuando muchas veces hay un rechazo de entrada?

Poco a poco. Hablando y viviendo lo que predicas, sin convertir el ser cristiano como un mérito que los demás no tienen, sino como una relación que tienes con Dios y ahora te pide “a ver qué puedes hacer por ellos, a partir de lo que yo he hecho por ti”. Jesús compara el Reino de Dios como la levadura pequeña que se mete en la masa del pan y trabaja en silencio. No como una especie de ejército celestial conquistador. Y plantea el cristianismo como algo pragmático, no como el aislamiento budista. Entonces, eres levadura cuando procuras vivir coherentemente lo que crees y, por tanto, haces que tu entorno esté mejor: en el trabajo, entre tus amistades, en tu familia…

¿Hay algo que, profesionalmente, hayas tenido que dejar de hacer desde tu conversión?

Pues seguramente sí habría cosas que hoy no haría. Por coherencia. Pero pienso que es muy importante que entendamos bien que los cristianos estamos llamados a estar en el mundo y vivir en el mundo. Y, desde él, cambiar lo que se pueda.

«Ahora me veo en la obligación –grata obligación– de mostrar a los demás cristianos la base sólida, razonable, histórica y teológica que tiene el cristianismo. Más que cualquier otra religión»

¿Qué dirías a alguien como Stephen Hopkins, por ejemplo, científico ateo?

Pues lo mismo que dijo Anthony Flew, el gran filósofo ateo del siglo XX que se convirtió al teísmo: “El gran descubrimiento de la ciencia de este siglo es Dios”. El mismo Einstein decía que no podía ser que el orden de la creación y sus leyes fueran mero fruto del azar… Fíjate: el universo podría ser caótico, pero no lo es; yo podría lanzar una pelota al aire y que botara y que, después, flotara y, al volverla a tirar, se fuera hacia otro lado… Pero no: siempre bota y vuelve. Nuestro universo está legislado milimétricamente hasta el punto de poder prever, por ejemplo, un eclipse solar. Y si el big-bang hubiera sido un milímetro hacia aquí o hacia ahí ¡no habría vida en la Tierra! ¡Por un milímetro! Sinceramente, por más que lo pienso, yo he llegado a la única conclusión de que es estar muy, muy ciego negarse a ver esto.

¿Con qué disfruta Oriol Jara, ahora?

Con cosas muy sencillas. Disfruto mucho estar en casa, con mi mujer, leyendo –sobre todo Teología–, o viendo una serie con ella. Disfruto mucho con mis hijos: muchísimo… Cuando uno está con Dios, no es que los problemas desaparezcan; sigue habiendo dificultades, lógicamente, pero las vives de un modo menos angustioso. Básicamente porque Dios retira la mayoría de las cosas que te angustian: que la gente te admire; que la gente diga cosas buenas de ti; que tengas un trabajo mejor, donde puedas mandar; que tengas un coche más “guay”… Yo, antes era mucho así: “Quiero esto y, si no lo tengo, me enfado”. Ahora, Dios, simplemente con una operación sobrenatural, lo ha retirado. Eres feliz estando en casa, con tu mujer y viendo a tus hijos jugar. Y ya está. ¿Qué más quieres?

Al final, tocaba selfie… con quien nos estuvo acompañando todo el rato 🙂

[entrevista publicada en la revista Mundo Cristiano, abril 2024 (pdf)]

No hay comentarios

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.