Las películas de Pixar no son para niños

Decirlo así o leerlo sin más, a uno le vienen ganas de responder por lo menos con un «¡pero, qué me estás contando?», o algo así. ¡Ep! Pues lo dice John Lasseter, en esta magnífica entrevista que acabo de leer:

Pixar no hace películas para niños -afirma el genio del flexo-; Pixar hace películas para todos: niños, adolescentes, adultos y familias».

Entonces, la respuesta es: «¡Ah! Si es así, vale…» Pero no. No es así: detrás de esta afirmación hay mucha más enjundia que se percibe leyendo toda la entrevista. Lasseter es un creativo que ama las historias, y ama a sus personajes porque cree en ellos. Que ¿cómo se puede creer en alguien que, propiamente, no existe? Porque sí existe. Los personajes que crea cualquier buen escritor, acaban «cobrando vida propia», y son ellos los que deciden -o no- hacer algo. ¿Cómo?, insisto: porque sus creadores los han pensado mucho, les han dado una forma, una vida -interior y exterior-, un carácter… Independientemente de la técnica que usen:

no es la tecnología que produce grandes animaciones, sino la historia que cuentan. La tecnología no produce obras de arte. Son obras de arte que generan la tecnología que necesitan (…) Cuando creamos una película, lo queremos convertir en algo auténtico, que transforme al espectador. Y sólo una buena historia puede proporcionar la tecnología necesaria para este efecto se transporte al monitor. El personaje genera una trama y la trama exige una técnica que da el alma.

El alma que ha creado -lógicamente- su creador: y una vez hecha, ahí está. Por eso tienen vida propia.

Y por eso, también, me parece que lo que afirmo en el título de este post da tanto en el clavo: lo entendido «tradicionalmente» para niños llega a ser algo simplón, que no pretende nada más que entretener; y, cuando lo ve alguien con algún dedo más en la frente, le aburre.

No obstante, vale la pena ir un poco más al fondo de la cuestión. Antoine de Saint-Exupéry y su Principito nos hacen ver la sabiduría que esconde la mente infantil. Y en Up, sus creadores nos muestran cuánta razón esconde la sencilla -y sincera- inocencia de Russell y que sólo al final entenderá Carl Fredricksen. Dice Lasseter en la misma entrevista:

Contar una historia no tiene secreto, basta imaginar un personaje y seguir los presupuestos que se han desarrollado desde Aristóteles. Debemos saber cómo hacer un guión en 3 ó 4 actos. La regla de oro del éxito es romper las fórmulas, sin dejar de comprenderlas en profundidad. El consejo que doy a los principiantes en el arte de la animación es el siguiente: si quieres hacer una buena historia, huye de los modelos. Pero trata de conocer muy bien las reglas tradicionales de la trama.

Basta imaginar un personaje y seguir los presupuestos de Aristóteles… «Basta»: ¡como si fuera tan poco! Tanto el planteamiento del autor francés que citaba, como el que podemos ver en Up llevan este presupuesto hasta el fondo, y miran a sus criaturas con la profundidad del niño para convertirlo en grandes personajes protagonistas de grandes historias. Y por ello, al ser preguntado por sus «princesas», Lasseter puede hablar de ellas como de alguien a quien seguir o imitar, o lo contrario:

Se puede ver que tanto Tiana (de Tiana y el Sapo), y Rapunzel, las princesas de Disney hoy son diferentes a las que les antecedieron. Ellas tienen su propia voluntad y no son sumisas. Ahora Pixar tiene su princesa, Mérida. Se trata de un personaje aún más radical con el que las chicas de hoy en día se pueden identificar. Es una princesa de Pixar y no de Disney, más independiente, fuerte y tenaz, además. Ella no acepta ser disputada en un torneo de arco por sus pretendientes…

¡Ai! ¡Qué importante son los personajes y cuántas veces son maltratados como simples «actores» que hacen cosas, y ya está! Trabajo, trabajo, trabajo. Esto es lo que necesitan las buenas historias. No es simple imitación.

La animación requiere años para concluirse. Es simplista pensar que la simulación de alguna manera pueda borrar el resultado final. La simulación es un componente de un proceso más amplio.

Aún no he visto Brave –espero hacerlo pronto-, pero sí algunas críticas. Dicen que a algunos personajes les falta este toque Pixar tan propio: lo que he comentado. Bueno: mañana, el estreno.

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