Amazing Grace (2006)

«Amazing grace» (algo así como «borracho de gracia» o, como se traduce, «sublime gracia») es el título de un himno -muy cantado sobretodo en el ámbito anglosajón-, escrito por John Newton, comerciante de esclavos famoso por su crueldad que acabó convirtiéndose al cristianismo y más tarde en pastor anglicano.

Del himno, toma también nombre esta película. Es lo que reza el póster: «detrás de la canción que amas, hay una historia que nunca olvidarás». Una historia de fuerza y audacia; de cómo un solo hombre, William Wilberforce (1759-1833), parlamentario británico, entendió que Dios le pedía que luchara en la política para acabar eliminando el comercio de esclavos tan brutal en los países anglosajones. Y es que la trata de esclavos daba mucho dinero, por lo que una propuesta de este calado implicaba un gran cambio de mentalidad (y de bolsillos…)

Finalmente, no sin problemas -incluso de salud-, pasados más de 15 años de su primera propuesta Wilberforce consiguió que se aprobara la «ley abolicionista» que suponía el inicio del fin de la esclavitud en el mundo entero…

Cuando de una película ya conoces el final -porque son hechos históricos, no porque te la hayan fastidiado- lo bueno es conseguir plantear dudas al espectador, para que enganche con lo que está viendo. Quizá en estos sectores de Europa no sea tan archiconocido William Wilberforce, pero sí lo es en el mundo anglosajón. Por eso, pienso que el guión de Steven Knight lo hace muy bien: comenzar por el fracaso, y seguir mostrando cómo consiguió un solo hombre -porque comenzó estando realmente solo- que se aceptara su propuesta abolicionista. Y si a esto le añades una puesta en escena muy bien llevada por Michael Apted, y unos actores convincentes, muy humanos, te queda una película bastante redonda.

La verdad es que Apted se aparta de antiguos argumentos suyos como los de Enigma (2001), la serie Roma (2005) o la más famosa Gorilas en la niebla (1988) para sorprender con esta historia de héroes; no de «súperheroes», sino de los que podríamos llamar «héroes de la vida cotidiana». Porque realmente, la cruzada de Wilberforce fue una auténtica historia de héroes; de aquellos que, como dice Fox al final de la película, llegarán a casa y podrán dormir tranquilos, sin nada que les atormente.

Sorprende la claridad como se muestra el tema y, sobre todo, lo bien marcada que está el hecho de que este parlamentario inglés sólo consiguiera llegar donde llegó gracias a su fe y confianza en Dios. También me parece excepcional cómo presenta Apted el dilema de Wilberforce entre elegir o a Dios o la política y cómo finalmente decide las dos cosas… Quizá se un buen ejemplo a tomar para tantos que están metidos en la política y son incapaces, no ya de ver a Dios en todo lo que nos rodea, sino de poner los intereses reales del hombre -la humanidad- por encima de sus propios intereses o de sus ideologías.

5 Comentarios
  • toni cassany
    Publicado a las 19:47h, 13 febrero Responder

    per què no envies aquesta ressenya als polítics catalans en general? Em sembla que no és dfícil tenir les seves adreces electròniques i estic segur que més d’un mirarà la peli. Són tan mediocres, en general, que haurem de formar-los una mica, no?

    • jaumefv
      Publicado a las 08:42h, 14 febrero Responder

      doncs ara que ho dius, potser sí que ho faré!! tant de bo poguéssim tenir uns polítics de la talla de William Wilberforce!! Potser a la película es mitifica una mica (com és lògic, d’altra banda, en aquest tipus de pel·lícules) però el que sí és totalment cert és que va ser un home que va lluitar per mantenir-se fidel i coherent en totes les seves idees… i això, a més d’un li aniria molt bé que ho imités… 🙂 Gràcies, Toni.

  • jorge rademak
    Publicado a las 15:31h, 07 mayo Responder

    la película es un fiel reflejo de cómo está el hombre natural esclavizado por el pecado y la maldad del hombre como forma de vida; es una pelicula que nos permite concienciarnos de que solo por gracia somos salvos y por el amor de Dios y Salvador Jesucristo.

    La política es una ciencia muy técnica que bien usada es eficaz para el desarrollo humano, pero la tiranía de este mundo actual ha pervertido y contaminado la política a tal punto que ha llevado al mundo a la corrupción y al engaño de los políticos que no son nada más que instrumentos en las manos de Satanás.

    Debemos mirarnos internamente y ver que éramos reos condenados a la más horrenda condena en el infierno por nuestras transgresiones y pecados, mas Dios nos escogió para la salvación a los que creímos en su nombre para ser salvos por su sublime gracia de grande amor.

    [cf. Jn 3, 16; Rom. 1, 16-17; 1Tim. 3, 16; 2Tim. 2, 1-17; Mt. 24, 1-51; Ef. 2, 8-9]

    • jaumefv
      Publicado a las 10:58h, 08 mayo Responder

      ¡carai! Te agradezco tu(s) comentario(s). Me han llegado tres, pero los he juntados todos en uno, y sin las mayúsculas (ten en cuenta que las mayúsculas en «la red» son de enfado o de gritos… y creo que no vale la pena, ¿no?) Es verdad que actualmente hay mucha corrupción en la política, pero también es verdad que -¡gracias a Dios!- hay muchas grandes personas que, a través de la política intentan servir a su país de una forma u otra. La película es un fiel reflejo de, como tú bien dices, una persona que supo confiar en Dios y, gracias a eso, consiguió lo que consiguió. No creo que «el hombre sea lobo para el hombre» (como decía Hobbes), sino que el hombre -la persona humana- es bueno, como creatura que es. El problema -¡gran problema!- es que a menudo no tenemos la facilidad de conocer y dirigirnos a ese Creador porque no hemos tenido la oportunidad… La política, por lo tanto, pienso que es algo muy bueno para servir; pero, lógicamente, como cualquier posibilidad de tener poder, nos puede corromper y llevarnos a servirnos de ella…

  • Pingback:¡Grita libertad!… « Cineforum 2028
    Publicado a las 18:04h, 13 febrero Responder

    […] Amazing grace (2006): la historia del parlamentario inglés que consiguió abolir el comercio de esclavos. Toda la película habla de este tema, pero quizá es una buena escena aquella en la que el protagonista está en uno de los barcos de comercio de esclavos y “huele” lo que ahí se ve. Es más una libertad externa, en este caso, la letra de la canción es sugerente: “fui ciego, pero ahora puedo ver”. […]

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